miércoles, 28 de mayo de 2014

Su alma en el espejo

Arrugas que no se esconden, canas que no domina, labios finos y resecos, y esos ojos azabache que bajo dos cejas tupidas lanzan una mirada penetrante. Tan blanca, tan pálida queda su imagen, y de golpe… un grito agudo, ensordecedor, espectral.
Ese es el reflejo que devuelve el espejo. Es el rostro de Beatriz Tejada del Solar, fallecida en 1927. La mujer era una vieja codiciosa con una fortuna incalculable de billetes y joyas. Fue en ese año cuando se hizo poseedora del espejo maldito.
Ovalado y con un marco de oro, apareció en Egipto a principios del siglo XX enterrado cerca de la tumba de Tutankamón. Quienes lo encontraron se alarmaron al leer que en la parte de atrás aparecían inscripciones que expresaban “El camino del alma inmóvil”, y deletreaba una maldición para quien mirara fijo el vidrio. Creyeron que sería un objeto del faraón pero por lo grave de su enunciado, prefirieron no mostrarlo al público. Quisieron volver a enterrarlo, pero la mano de un ladrón se adelantó y lo robó.
El hombre se lo vendió a una dama joven que llegó a su casa, le sacó el polvo y lo apoyó sobre la cómoda de su dormitorio. Esa misma noche, la dama se sentó frente al espejo para peinarse… minutos después su cuerpo se desvaneció y su rostro comenzó a gritar desde adentro del cristal. Su marido quiso romperlo pero los gritos eran desgarradores. Entonces decidió envolverlo en un paño verde inglés y lo tiró en el depósito de un barco que partía con rumbo desconocido.
El barco ancló en La Plata, provincia de Buenos Aires, y el espejo fue llevado por dos marineros a la mansión de la vieja Beatriz, dueña de la embarcación. Ella, maravillada por la hermosura de la adquisición, pidió que lo cuelguen en una de las paredes de su dormitorio. Esa misma noche, la vieja Beatriz cayó muerta y su rostro quedó atrapado, pálido y con los gritos más estremecedores que puedan oírse.
La historia tiene varios finales: que el espejo fue llevado a un galpón en San Telmo donde hoy funciona el Mercado de las Pulgas. Que fue escondido en un sótano en Tigre, lugar donde está el Puerto de Frutos. Que fue devuelto a Egipto. Lo cierto es que desde hace más de 80 años nadie ha sabido nada. Así que, frecuentadores de mercados y amantes de los espejos, a la hora de comprar y de mirar, tengan cuidado. Puede ser que el rostro de la vieja Beatriz los mire fijamente para salir y liberar su alma inmóvil.

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